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Pellicer: “Un encuentro coral es compartir y reconocerse en el otro”

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Anfitriones: El Coro de Niños Cantores de Córdoba.


Durante un par de días, la rutina de algunos hogares cordobeses no será la misma, a raíz de un encuentro coral que tiene como anfitriones a integrantes del Coro de Niños Cantores de Córdoba, los que reciben a sus pares del Coro de Niños de la Ciudad de Mendoza. “Un encuentro coral es sinónimo de compartir, aunar esfuerzos y reconocerse en el otro”, asegura el director del coro local, Guillermo Pellicer.

Como parte de las actividades, hubo una actuación conjunta el viernes 2, en la capilla de barrio Quintas de Santa Ana, hay una segunda presentación el sábado 3, a las 21, en Iglesia de la Compañía de Jesús -Caseros esquina Trejo-. Las dos presentaciones, bajo la dirección de la profesora Elizabeth Guerra. El Coro de Niños de Mendoza fue creado en 1985, es un cuerpo estable de la ciudad, y sus integrantes tienen entre 8 y 15 años de edad.

“Los encuentros corales trascienden lo artístico-musical”, opina Guillermo Pellicer. “Los niños se alojan en casas de otros niños, a quienes no conocen pero saben que cantan en un coro similar al suyo”, cuenta el experimentado director musical.

A renglón seguido, el director cordobés reflexiona: “No vivimos tiempos en donde los padres reciban sin reparos a niños que no conocen en sus casas, ni tampoco padres que dejen a sus niños alojarse en casas de extraños. Los directores de coro, somos los nexos necesarios para establecer estos vínculos, que en muchos casos luego son perdurables amistades”.

Un día de estos tiene su vértigo. Pellicer relata: “El primer contacto se da en el momento de la llegada del coro visitante. Luego comienzan las actividades corales y recreativas por escasos dos días. El final siempre es el mismo y ya esperado: bolsos, lágrimas, regalos y fotos con promesas de volver a verse en vacaciones”.

El encuentro entre cordobeses y mendocinos “es el corolario del trabajo de ambos coros, y significa mostrar el resultado de un año de esfuerzo; como decía, hay vértigo, ansiedad, lágrimas de emoción y nuevos amigos”, concluye Guillermo Pellicer.

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