Ramiro Albino: «La improvisación era usual en la llamada música antigua»
«Tenemos una sed innata de conocimiento» (Foto Fana Martínez)
Ramiro Albino -Buenos Aires- vive a diario la música antigua. La estudia, la interpreta. Es autor, además, de una Guía práctica para disfrutar más de la música antigua, aunque aclara que descree que el conocimiento de nombres, hechos, conceptos y elementos sean una condición excluyente para deleitarse al escuchar un vasto repertorio, que arranca en el año 1000 y cuyo límite convenido llega hasta la muerte de Johann Sebastian Bach, 1750. Por el contrario, Albino rescata una cita del fundador de la Orden de la Compañía de Jesús, Ignacio de Loyola, que dice: «No el mucho saber harta y satisface el alma, sino sentir y gustar de las cosas internamente».
Clásica Córdoba mantuvo un diálogo con Ramiro Albino aprovechando su visita a la ciudad de Córdoba, ya que este sábado 6, a las 20, actuará como director invitado de un concierto a cargo del ensamble barroco Estilo XVIII. La función es en la Iglesia de Santa Teresa de Jesús -Independencia 158-, y la entrada es libre y gratuita.
– ¿Cuáles son los atractivos del repertorio que invitan a escuchar en este concierto?
– Me gusta mucho lo que vamos a hacer, porque parte del trabajo estará basado en la improvisación sobre modelos antiguos. Hace tiempo que me dedico a indagar en la improvisación y sus posibilidades (quizás esto sea lo que más me atrae de la música antigua), y durante estos días de ensayo vamos a trabajar en esa línea, buscando nuevamente la libertad (¿perdida?) que suele faltar a los músicos del ámbito académico, y que era moneda corriente en las versiones de la música que hoy llamamos «antigua» y que algunos autores, como el estadounidense Bruce Haynes, llaman «retórica» (denominación que me encanta, no sólo por su carga poética y comunicativa, sino por la recuperación de la idea de discurso o parlamento asociada a la práctica musical).
– ¿Qué dirías del trabajo con la música antigua?
– Creo que lo más interesante de la música es la búsqueda de la «autenticidad», la necesidad de hacer música pretérita y que sea reconocible por quien vivió en la época en la que fue compuesta. El gran problema es que la búsqueda es compleja, porque tenemos muy pocos indicios de cómo realmente se escuchaba aquello que fue compuesto antes de que existieran las grabaciones. Entonces creo que quienes nos dedicamos a exhumar ideas sonoras hacemos un trabajo de «arqueología musical» que me atrae muchísimo. Me parece que esa es una seña particularísima de nuestro trabajo artístico-investigativo.
– Universo apasionante, el de la música antigua. Despierta el estudio, exige investigación, precisa una afinación particular, incluso los músicos deben adquirir habilidades de luthería y fabricar instrumentos.
– La luthería no siempre está presente, de la misma manera que nos consta que muchos grandes músicos del pasado no construían ni arreglaban sus instrumentos. De todos modos, los que nos dedicamos a los estilos preclásicos siempre hacemos algo de trabajo «de taller» en nuestros instrumentos. Es parte de la búsqueda de la reconstrucción sonora de un mundo en el que todo era artesanal.
– Un elemento que destaca a Estilo XVIII es la incorporación de músicos y cantantes invitados. ¿Cómo nace tu vínculo con el ensamble?
– De los miembros del ensamble, sólo conozco personalmente a Ariel Fernández, con quien compartí un curso en Curitiba hace unos veinte años. Tras el encuentro curitibano perdimos contacto, y felizmente nos reencontramos gracias a las redes sociales, que también me acercaron a Daniel Collino, con quien tengo una fluida comunicación desde hace tiempo en relación a música antigua latinoamericana, un interés que ambos tenemos y desarrollamos. Es así que gracias a ese ir y venir de mensajes, información e ideas, se gestó la idea de invitarme a hacer este concierto con ellos. El proyecto me llena de alegría, porque me permite trabajar con un ensamble de músicos que desarrolla la actividad en conjunto desde hace años, y esto me atrae porque al ser los músicos conocidos de tanto tiempo, y al tener la constancia y continuidad de trabajo sostenido por años, el «vínculo musical» es más sólido y entonces se puede construir sobre cimientos sólidos.
– En tu libro Guía para disfrutar más de la música antigua parecen confluir dos vertientes fundamentales, la del músico y la del comunicador.
– Me autodefino como comunicador, así que es normal que en mi libro se manifieste esta faceta. Estudié música y diseño gráfico de manera paralela, y el diseño me modeló el pensamiento creativo según ideas que mezclaban lo artístico y lo comunicacional. Por esas felices vueltas de la vida, tuve la posibilidad de trabajar en radio y desde ahí me contacté con medios gráficos, por lo que también devine en periodista y crítico musical. Hoy en día no sé cuál de estas tres profesiones es más fuerte, y creo que soy todo eso al mismo tiempo, pero sintetizando todo esto: soy un comunicador, que expreso ideas a través de piezas gráficas, acústicas o conceptuales. Creo que mi libro es un poco la materialización de algunas de mis ideas y pensamientos sobre la música antigua y su comunicación en el mundo que vivimos.
– ¿Crees que el conocimiento de nombres y conceptos ayuda a disfrutar mejor la música compuesta hasta la muerte de Bach?
– Me peleo permanentemente con la idea de «disfrutar desde el conocimiento». Mi tarea es eminentemente intelectual, y vivo un mundito de conceptos, de ideas y de saberes, y en lo personal disfruto de conocer. Sin embargo hace años, estudiando el pensamiento de los jesuitas, que fueron responsables directos e indirectos de gran parte de la estética del Barroco (mundo conceptual por el que transito casi a diario), leí una frase de Ignacio de Loyola que me resonó instantáneamente en la cabeza: «no el mucho saber harta y satisface el alma, sino el sentir y gustar de las cosas internamente». Es decir que se puede disfrutar sin saber nada. Aún así defiendo la idea de estudiar, de formarse y de prepararse, porque todos tenemos una sed innata de conocer cómo o de qué están hechas las cosas que nos rodean, y la música no escapa a ese postulado. Esa es una de las razones por las que escribí mi libro, para que quienes quieran ir un poco más allá de la audición, y se animen a meterse en el mar inmenso de la música antigua, tengan ideas de las que asirse si de pronto creen que naufragaron.
Agenda: Sábado 6, 20 hs. Iglesia Santa Teresa de Jesús, Independencia 156.
Ariel Fernández -traverso barroco-; Ana Herrera -viola da gamba, cello barroco-; y Daniel Collino -espineta-. Además actuará Pablo Bellavia, en arpa, como músico invitado. Entrada libre y gratuita.
La guía de Albino está al alcance del público.
Sin comentarios