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«SU MÚSICA NOS TOCA EL ALMA»

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Ginastera junto a la pianista (Foto gentileza de Barbara Nissman)


Traducción de Florencia Ferreyra.

 

«Una magnífica intérprete de mi música, una de las mejores pianistas del mundo», Alberto Ginastera.

La pianista Barbara Nissman tiene ese don de conectar al compositor con el oyente, especialmente si se trata del repertorio Romántico. De hecho, ha sido aclamada como una de los últimas pianistas en la magnífica tradición Romántica de Liszt y Rachmaninoff. Su nombre está asociado, además, a la música de compositor argentino Alberto Ginastera; el autor del célebre ballet Estancia le dedicó su última obra escrita, la Sonata N. 3 para piano.

Sus grabaciones de Prokofiev, Bartók y Ginastera son consideradas «definitivas». También recogió elogios por su serie de grabaciones de los compositores de siglo XIX, Beethoven, Chopin, Liszt, Schumann, Brahms y Rachmaninoff. La pianista actuó bajo la dirección de algunos de los más notables directores del siglo XX, como por ejemplo, Eugene Ormandy, Riccardo Muti, y Stanislaw Skrowaczewski. Intérprete, escritora, conferenciante, Barbara Nissman ha recorrido el mundo para dar clases magistrales por los Estados Unidos, Europa, el Extremo Oriente, Nueva Zelanda, Rusia y Sudamérica.

Clásica Córdoba logró entrevistarse con Barbara Nissman para hablar sobre sus recuerdos de Alberto Ginastera, con motivo de la celebración por los 100 años del nacimiento del músico argentino (Buenos Aires, 11 de abril de 1916 – Ginebra, 25 de junio de 1983). Boosey & Hawkes publicará la edición crítica de Nissman del Segundo Concierto para Piano de Ginastera, en el marco del centenario.

El sentido del humor, la lealtad a sus ideales y una tierra incógnita por transitar son algunos de los rasgos de Ginastera, que la pianista tiene a flor de piel cuando evoca al maestro. Según la pianista, «hay una increíble riqueza en la música de este compositor, esperando a ser descubierta».

– ¿Cómo llega a la obra de Alberto Ginastera?
– Yo era una joven estudiante universitaria cuando escuché por primera vez la música de Ginastera. Aparentemente todos en la escuela estaban aprendiendo la Primer Sonata para Piano de su autoría, y en cuanto escuché su música quedé hechizada. Esos ritmos de danza latinoamericana eran irresistibles. Era una música que se saltaba el cerebro para dirigirse directo al corazón y se sentía siempre en lo hondo del estómago. Eso es lo que llamo “música de las entrañas”. Adoré su energía visceral, su brillante virtuosismo y el natural modo de desenvolverse con el piano, como también esos potentes y conducentes ritmos. Y era tan divertido interpretarlo. Su música me transportó a un mundo mágico, y era muy dúctil para manipularla en el teclado. Así que por supuesto, la primera pieza que aprendí de Ginastera, fue su Primer Sonata para Piano.

– ¿Qué componentes de la música de Ginastera fueron atractivos para usted?
– Para mí, Ginastera ha creado un sonido mágico -él nos transporta a otro mundo-, el sonido del mundo de las pampas con su uso del color y del ritmo. Lo que distingue a este compositor del resto, es su sentido de pura alegría, su pasión y comunicación emocional. Ginastera solía decir que la música debe comenzar primero en el corazón y luego viajar hasta el cerebro, y el oyente no puede evitar sentir esto. Mientras más experimento su música, más aprecio su sentido de lo artesanal. Ginastera valoraba el virtuosismo y tenía la misteriosa habilidad de explotar las posibilidades de ritmo y color de cualquier instrumento para el cual compusiera, fuera piano, harpa, violín, un cuarteto de cuerdas o la voz humana. Pero, para mí, sus óperas muestran su maravillosa habilidad para el drama y el sentido del espectáculo. Y una vez más, no podemos evitar sentir. Su música nos toca el alma.


AlbertoGinastera


– ¿Por qué suele decirse que la pianista Barbara Nisman está ligada a la música de Ginastera?
– Quizás porque la música que compuso Ginastera representa una parte importante de mi historia musical. En verdad fui afortunada de conocerlo desde que era una estudiante y atesoro la composición que él escribió para mí –su Tercer Sonata para Piano-. Tristemente este se convertiría en su último trabajo. Yo he interpretado, grabado y defendido su música para piano, y he escrito extensamente sobre él. Está en marcha un DVD sobre el compositor y su música.
Mi primera grabación profesional que realicé para el CBS/Holland, en los primeros años ochenta, fue un LP del compositor. Recuerdo lo satisfecho que estaba Ginastera con esa grabación –incluso encargó 100 copias para poder regalar en navidad a sus amigos-. Luego de su muerte, tuve la oportunidad de grabar un CD doble de su repertorio completo de música solista y de cámara para piano. En 2012, fui invitada nuevamente a la Universidad de Michigan, donde lo conocí por primera vez, donde grabé la interpretación de su Tercer Concierto de Piano (incluyendo un Concierto Argentino que él habría retirado del catálogo).
Nunca me consideré una especialista. Actualmente tengo un enorme repertorio para conciertos y como solista que habitualmente interpreto, pero siempre es para mí un privilegio poder compartir con la audiencia, la música de Ginastera, y transportarlos al único y mágico mundo de su música.

-¿Cómo recuerda al maestro Ginastera?
– Yo era estudiante universitaria cuando conocí a Ginastera en 1970 -era el compositor invitado del Festival de Música Contemporánea-. Estábamos preparando una interpretación de su Primer Sonata para Piano y estábamos todos tan nerviosos, pues él iba a presenciar nuestro ensayo. Recuerdo que la primera impresión que tuve fue que no parecía en absoluto el compositor que había compuesto una música tan apasionada. Se veía más bien como un banquero sudamericano rico, extremadamente elegante, y bien vestido en su traje.
Recuerdo también su maravilloso sentido del humor. Era una de esas personas capaces de bromear con cara seria. Recuerdo una vez en que habíamos estado discutiendo acerca de su Primer Sonata para Piano, y le pedí que la interpretara. El asintió con la cabeza y dijo (con una chispa en la mirada): “una cuerda por vez”. Se puede escuchar su sentido del humor dentro de su música. A veces, insertaba en su música citas de otros autores y uno simplemente no podía dejar de reírse (un poco de Paganini en su Concierto de Violin, o una pizca del Cuarto Concierto para Piano de Beethoven en el movimiento lento de su Primer Concierto para Piano).
A medida que lo iba conociendo, pude darme cuenta de lo importante que era para Ginastera ser un “hombre de Latinoamérica”, como le gustaba nombrarse a sí mismo. Estaba orgulloso de su patrimonio. Incluso después de haberse ido de Buenos Aires y asentarse en Genova, en 1970, siempre se consideró un “hombre latinoamericano”.
Yo admiraba su carácter. Sabía lo que era correcto y tenía el coraje para defender su creencia, aunque eso implicara oponerse a un gobierno dictatorial, o dar una opinión personal a pesar de la censura. Yo he sido, en efecto, bendecida de conocerlo, y atesoro la amistad que tuve con él y su esposa, la chelista Aurora Nátola Ginastera.

– ¿Cuáles serían las influencias musicales que tuvo el maestro?
– Ginastera me comentó una vez acerca de la primera vez que escuchó el Rito de Primavera, de Stavinsky, y el shock que experimentó. Luego, riendo, me dijo que su Op. 1 Panambi era Stravinsky puro. También me hablaba frecuentemente de la influencia de Bartok y de haber escuchado a Artur Rubinstein interpretando el Allegro Barbaro, en Buenos Aires. Dijo que haber escuchado este trabajo, le dio el coraje necesario para explorar su propio folklore, la música folklórica argentina. La influencia de Bartok se escucha a través de su música para piano. En cada ocasión en que nos reuníamos, siempre hablábamos sobre la forma. Para él, la forma era el elemento más importante en la música. Siempre me hacía reir cuando decía: “Barbara, un trabajo sin forma es un trabajo deforme».
Usualmente hablaba de la necesidad de contraste en la música. Y respetaba la maestría en forma de Prokofiev. De hecho, cuando él estaba componiendo mi Tercer Sonata para Paino, me dijo que estaba influenciado por el primer movimiento de la Tercer Sonata del compositor. También me confesó que amaba la música de piano de Franz Liszt. Y ese es el modo en que Ginastera compuso para piano, dentro de la bravura de la tradición. Increíble considerando que el no era un pianista virtuoso.


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