«Un modo de ver, sentir y compartir»
Amor propio (Foto gentileza)
María Eugenia Elías es mendocina, cellista, pertenece a la tradición de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Nacional de Cuyo, donde estudió con el maestro Carlos Pontino. A la edad de 21 años ingresó en la Orquesta Filarmónica de Mendoza, donde trabaja actualmente. Dice que vive enamorada de la música. Tal vez por eso la música es el vehículo que emplea para dar amor y contención a niños y jóvenes que viven con algún tipo de discapacidad.
María Eugenia Elías es la fundadora de la Orquesta de Niños y Jóvenes Especiales de Mendoza, ONEMEN. “Este proyecto es el resumen de un padre médico -Jorge Elías- y una madre educadora rural con conciencia social Teresita Hinojosa-, ambos amaban la música. ONEMEN es mi homenaje a ellos, también es un modo diferente de ver, sentir y compartir la música desde la imperfección inclusiva”, sintetiza la creadora de la orquesta que el año pasado, por caso, actuó junto a la Orquesta Filarmónica de Mendoza y el Chango Spasiuk.
Alrededor de la orquesta hay un equipo de profesionales de la salud además de profesores de música, los que enseñan y trabajan con los chicos en distintos horarios y grupos. Los miembros de la orquesta están divididos según sus patologías, trastornos y edades. Para aquellos miembros que asisten a una escuela especial, hay dos días a la semana con clases de violín, cello, teclado, flauta traversa y percusión, mientras que los más grandes asisten todos los días para recibir terapias, y ensayan dos veces por semana. Los ensayos se complementan con actividades ocupacionales y seguimientos en psicología, psiquiatría, trabajo social, y fonoaudiología, entre otras especialidades. «Próximamente, si encontramos ayuda económica, quiero agregar una maestra de apoyo, que ayude a los chicos en la tarea de la escuela, así acompañamos este crecimiento donde cada minuto es valiosísimo para adquirir habilidades”, comenta Elías. El proyecto está subsidiado por la comuna de Godoy Cruz desde su nacimiento, en el año 2011, y funciona en el Instituto Dr. Jorge Elías, Centro de Día para personas con discapacidad.
Clásica Córdoba dialogó con María Elías acerca de este proyecto, una expresión concreta del poder transformador que tiene la música.
– ¿Qué motivos dieron origen a la orquesta?
– ONEMEN nace de una profunda necesidad de hacer algo más con y por la música. Fue una forma de encontrarle otro sentido a mi vida musical y personal sumado al entorno familiar. Vengo de una familia de músicos, nuestros padres amaban la música y eso fue lo que inculcaron a sus seis hijos, de los cuales cinco somos músicos.
– ¿Qué les da la práctica a las personas que se integran a la orquesta?
– En lo personal puedo decir que les da dos cosas fundamentales, que ramifican en muchas otras. En lo musical, les brinda el aprendizaje de un instrumento o bailar, pues el que no puede tocar algo baila lo que otros tocan. También los ayuda a acompañar, según la edad, un proceso madurativo que por alguna razón se vio afectado en el desarrollo; la destreza de ejecutar un instrumento, aunque más no sea tirar el arco o moverse al ritmo de la música, los predispone de otra manera en la recepción; por último, en lo actitudinal, y eso sumado a otras terapias, contribuye al proceso de rehabilitación. En lo individual, pertenecer a un grupo, destacarse en su escuela, en el barrio y en la comunidad, les otorga un valioso empoderamiento social. En síntesis, formar parte de un grupo tan especial los fortalece en sus debilidades.
– ¿Qué opinión tiene acerca del papel de los padres en el proceso de integración de los hijos?
– Precisamente esta metamorfosis que sucede en el chico se ve reflejada en todo el entorno familiar, y ellos lo notan. Aquellos que menos posibilidades tienen, a veces cuentan con padres que más los acompañan. Nosotros les hacemos entender a los papás que el proceso del hijo depende del apoyo del padre. Los papás llevan a sus hijos a la clase y se quedan a esperar que la clase termine, pues el chico no puede andar solo. A raíz de esa circunstancia, les pregunté a los padres si querrían hacer algo mientras esperan y les ofrecí la opción de un coro, cosa que aceptaron.
– ¿Cómo imaginabas la orquesta antes de su nacimiento? ¿De aquello que imaginaste, qué han alcanzado hoy y qué les queda por alcanzar?
– No sé cómo explicarlo… Nunca imaginé nada, solamente puse las ganas en esto y sin expectativas, a medida que esta orquesta fue creciendo seguimos aprendiendo, pero algo que siempre he dicho y diré a todos los que se suman a este proyecto es: El profesor de música o profesional de la salud sepa hasta cuanto quiere y puede dar, porque se trata de dar todo, todos los días de tu vida; lo otro importante que les digo es: cero expectativa con los chicos PERO SIN TECHO (así lo expresa la entrevistada), porque siempre tienen más para dar. El secreto está en no considerarlos discapacitados.
La música es la vía de expresión de estos chicos y el desafío para el profesor es aceptar eso precisamente. El principal logro es que tenemos una Orquesta de Niños y Jóvenes Especiales de Mendoza. Lo demás viene solo y es mucho; como por ejemplo compartir el escenario con la Orquesta Filarmónica de Mendoza.
– ¿Qué planes tienen para este año?
– Si conseguimos la ayuda económica, el objetivo es incorporar el preparador vocal para formar el coro de padres y la maestra especial, que apoye el aprendizaje de los chicos en la escuela. Concretar nuestras cuatro presentaciones en salas de Mendoza. Y mi sueño a futuro: llevar los chicos al mar.
En otro orden, María Eugenia Elías cuenta que por medio de la Fundación de Sol a Sol lleva adelante el 1º Concurso Nacional de Piano Mendoza 2016, destinado a jóvenes pianistas del país.
(Foto gentileza Eduardo Dolengiewich)
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