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Un viaje perfecto


La función del miércoles 10 cautivó al público / Foto Clásica Córdoba
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El Teatro Real fue el escenario para el inicio de una serie de actuaciones que la Cantoría de la Merced llevará adelante esta temporada con motivo de sus 15 años de trayecto en la música en Córdoba.

El coro ingresó al escenario en medio de una densa oscuridad. Apenas se podían adivinar los movimientos de los artistas entrando a escena. Santiago Ruiz, el creador y director de la agrupación, habló al público que asistió a la función, agradeció a sus principales colaboradores, y al Teatro Real. Solicitó a la audiencia que contuviera sus ganas de aplaudir, a fin para preservar el preciado bien del silencio hasta el final de la función; lo que sucedió al pie de la letra.

Antes de empezar, Santiago Ruiz se dirigió al público diciendo “que disfruten de este viaje”. Luego comenzó a desgranar “Noche del alma”, un programa con música del noruego Ola Gjeilo para cuarteto de cuerdas, piano y coro. Nacido en 1978, el compositor publicó además de música coral obras para piano y banda sinfónica.

El recorrido comenzó plácidamente con “The crossing” en la actuación del pianista Eduardo Gramaglia, de notable desempeño durante todo el viaje, junto al Cuarteto de Cuerdas de la Cantoría de la Merced, cuyo primer violín y preparador es Pablo López.

Una ovación reconoció la entrega de la agrupación coral / Foto Clásica Córdoba
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Las voces de la cantoría se sumaron al recorrido con “The dark night of the soul”, una pieza compuesta en 2010 sobre un poema de San Juan de la Cruz, el notable poeta místico.

El programa, guía del trayecto interior, visitó paisajes en apariencia apacibles, ascendió a gigantescas alturas, y contempló desde allí las más diversas geografías del planeta, conocidas y también las imaginables.

La articulación entre el pianista, el ensamble de cuerdas y el coro resultó un mecanismo dotado de perfección, equilibrio y armonía. La música de Ola Gjeilo es sencilla, tiende a transparentar la luz que aún existe y restaurar calma extraviada.

La última posta en el camino fue “Luminous night of the soul”, otra bella muestra de la calidad con la que el compositor noruego, que vive en Estados Unidos, articula el plano vocal con el instrumental, la vehemencia y la quietud.

Para terminar, como en todo viaje, la Cantoría de la Merced se llevó una foto de recuerdo, de espaldas al patio de plateas, con el aplauso del público como fondo. Un viaje perfecto.

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