Una escuela para la voz ganó el escenario
Cumpleaños de uno de los núcleos de formación más importantes de Córdoba.
En la ley orgánica de Cultura de la Provincia de Córdoba, promulgada en octubre 1960, establece que los integrantes de los elencos oficiales deben cursar una etapa de preparación en institutos públicos creados para ese fin. En ese sentido, la ley configura los seminarios de Danzas Clásicas, Perfeccionamiento Instrumental, Arte Dramático y un Seminario de Perfeccionamiento de Canto.
Por Resolución del 13 de diciembre de 1960, es creada la Escuela de Niños Cantores de Córdoba, a instancias de la profesora Dora Nydia Feit y el maestro Herbert Diehl. El Teatro Rivera Indarte acogió los primeros años del instituto.
Para ese entonces, funcionan con regularidad el Coro Polifónico de Córdoba, formado en 1950 por Corrado Mirandola a solicitud del maestro Lionello Forzantti, el Coro de Cámara de la Provincia, que entra en la vida pública en 1956 de la mano de César Ferreyra, y un año antes se oficializa el Coro Polifónico Delfino Quirici, Río Cuarto.
La escuela de Niños Cantores da origen al Coro Juvenil, en 1969, un poco después al Coro Juvenil Mixto, en 1971, y al Coro de Niños del Instituto Domingo Zipoli, en 1978, detalla Efraín Bischoff.
Pasa el tiempo y el Seminario de Perfeccionamiento de Canto sigue postergado. Hasta que una Resolución en 1973 fij su plan de estudios, que tiene tres años de duración con materias anuales, técnica, repertorio, conjunto vocal e interpretación. Sin embargo, el rumbo del organismo resulta algo errante.
Después de una larga espera, el instituto echa raíces en el terreno cultural a principios de la década del ‘ 90, cuando los maestros Hugo de la Vega y Gabriel Bendersky sientan las bases definitivas del coro del seminario, que originalmente debuta con el nombre de Coro Polifónico Juvenil de Córdoba.
El coro escuela mantiene el propósito manifestado en la ley orgánica, 30 años atrás, con la diferencia que tiene la aspiración de convertirse en una agrupación artística con capacidad de llevar a cabo producciones propias, según lo expresan De la Vega y Bendersky en una entrevista con el diario La Voz del Interior (20 de julio de 1990).
Dichos maestros declaran que «las voces son seleccionadas por su afinación, gran caudal y musicalidad». A diferencia de las agrupaciones camarísticas familiares en el medio, el coro del seminario tiene una mayor cantidad de voces.
El programa que se escucha el domingo 29 de julio, día del debut, transparenta las cualidades de las voces solistas en articulación con el conjunto vocal. El repertorio contiene el Sanctus de la Pequeña misa solemne, de Rossini, para cuatro solistas y coro, también se escuchan fragmentos del Réquiem, de Verdi, además, el célebre dúo del Brindis de La traviata, de Verdi, y tres partes de la cantata escénica Carmina Burana, de Orff. El acompañamiento en piano está a cargo de Silvina Issa y Gustavo Zaka.
Desde un principio el coro del seminario se distingue por cierta irreverencia en la elección y en el tratamiento de los repertorios, que se abren a la música popular argentina y el jazz, con la introducción de un fuerte componente escénico, con la impronta de la directora Fanny Pérez.
En una reciente exposición en remoto, Hugo de la Vega dice que el organismo viene a remediar una carencia que no existía en las disciplinas de la danza, la música y el teatro, que tienen su correlato en elencos estables. El coro no solamente cumple su misión de preparar cantantes con aptitudes para integrar organismos profesionales, también ayuda a la difusión del vastísimo patrimonio de la música vocal y en gran medida facilita el acceso de nuevos públicos al universo del instrumento de las emociones, la voz.
La misión de investigar y llevar a la práctica la disciplina del canto está ahora en manos de un discípulo de Hugo de la Vega, el maestro Matías Saccone.
Por Sergio Chalub
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