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Dicen que fue “Una fiesta brillante”


La fachada monumental del teatro que mira hacia el oeste / Foto Departamento de Estudios Americanistas y Antropología, Facultad de Filosofía y Humanidades, UNC.
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El “Teatro Nuevo” inauguró el 26 de abril 1891, era un domingo pasadas las dos de la tarde, con una sucesión de cantantes e instrumentistas, en su mayoría mujeres, que interpretaron lo mejor de las habilidades adquiridas en la incipiente aunque próspera escena musical de aquella Córdoba de fines del siglo XIX, sacudida por la renuncia de su gobernador, Marcos Juárez.

Al abrir el año legislativo, Marcos Juárez, hermano del presidente Miguel Juárez Celman, había declarado en 1890 que “las obras públicas en construcción se prosiguen con actividad y algunas, como el teatro de la avenida General Paz, están a punto de terminarse”, dice un fragmento del discurso publicado en la «Compilación de leyes y decretos de la Provincia de Córdoba». En agosto, Juárez renunció.

Como registro del día de la inauguración, el diario El Porvenir escribió que “la Sesión Musical que tuvo lugar el domingo por la tarde en el nuevo teatro de la calle de los Representantes, a beneficio de la benemérita Sociedad de Beneficencia, resultó una fiesta animada y brillante”.

“La fiesta empezó poco después de las dos”, detalla la nota publicada el martes 28 de abril. Según la crónica, la función que colmó el teatro con sus primeros aplausos contó con la actuación de la cantante Amalia Tarnassi, la señorita Erosa, quien tocó la mandolina, la señorita Santamarina que cantó con vos “tierna y robusta”, las “Danzas húngaras”, interpretadas por la señorita de López y la señora López de Soria, “ambas muy aplaudidas”, la señorita Ermelinda Sausnábar, primer premio del Instituto Nacional de Música, tocó unas variaciones de Mendelsohn “dignas de figurar entre los mejores conciertos europeos”. Además, actuaron las señoritas Del Barco interpretaron “Scène de ballet”, una pieza para violín y piano, de Bériot, un trío de alumnas del profesor Van Marcke debió volver a escena aclamado por el público, según la crónica, y el violoncelista Carlos Marchal también debió regresar al escenario para un bis a pedido del público.

Ambrosio Olmos sintetizó tres aspectos destinados a perduran alrededor del Teatro Nuevo: “A la vez que es un monumento de ornato destinado a embellecer a la ciudad, habremos llenado un vacío, satisfaremos una imposición creada por nuestro adelanto, conseguiremos una escena de estímulos intelectuales y fundaremos una escuela de útil enseñanza”.

El Gobierno de Córdoba y la constructora Rivara y Compañía firmaron el contrato para la construcción del “Teatro Nuevo”, como sencillamente se conocía al flamante coliseo que inauguró sin ser bautizado, el 15 de abril de 1887. El plazo para terminar la obra era de 23 meses, según el contrato que custodia el Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba.

El 28 de julio de 1887, la Asamblea Legislativa promulgó la ley para la construcción del teatro. El proyecto presentado por el gobernador Ambrosio Olmos comenzaba a tomar forma, en base a un diseño del arquitecto ingeniero italiano Francisco Tamburini. El célebre proyectista, que estuvo al frente del Departamento de Ingenieros de la Nación, vino a Córdoba para ver el lugar en donde se construiría el teatro, así lo confirma el diario El Interior en su edición del 28 de mayo de 1887, de acuerdo Artemio Rodríguez en su libro “Artes plásticas en la Córdoba del siglo XIX”.

En su discurso a la Asamblea Legislativa, el gobernador Ambrosio Olmos dijo: “Los planos llevan la firma del arquitecto ingeniero señor Tamburini y han sido dibujados sobre el terreno mismo destinado para erigir el teatro”, de acuerdo al texto del 17 de mayo de 1887, cuyo original se conserva en el Archivo Histórico de la Legislatura de Córdoba.

La impronta de Tamburibi en Córdoba está asociada a otros edificios que son testigos de un tiempo histórico, la Generación del ´80, como la sede del Banco Provincial. El arquitecto proyectó la Cárcel Penitenciaria de barrio San Martín, contribuyó en mucho en la confección del Club El Panal y el Hospital de Clínicas. La bella decoración es del pintor y escultor italiano, Arturo Nembrini Gonzaga.

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